La parroquia de San Eduardo, C/ General Margallo, Nº 6 (Madrid) nace en 1965 coincidiendo con la clausura del Concilio Vaticano II y con la vocación y espíritu renovador, emanados de este evento, sobre la misión evangelizadora de la Iglesia en diálogo permanente con la cultura y la sociedad y con una clara opción por los más desfavorecidos.

 

La construcción del nuevo templo de San Eduardo tiene lugar en el mismo solar donado en 1854 por un notable de la comarca en unos terrenos donde un lejano 1860 acampa el ejército expedicionario español, comandado por el general Leopoldo O`Donnell, victorioso de la guerra de áfrica, en espera de hacer su entrada triunfal en Madrid.

 

Una misa de campaña celebrada por esa unidad militar en el solar sobre el que se levantará la primera iglesia, presidida por una estampa de la Virgen de las Victorias de Tetuán traída por los soldados, dará origen, años más tarde, a la primera parroquia, con esa titularidad, en cuyos alrededores se va a gestar el nacimiento del nuevo poblado de Tetuán de las Victorias.

El proyecto de edificación de la primitiva iglesia y su ejecución en 1883 corresponde al arquitecto D. Francisco de Cubas, primer marqués de Cubas y de Fontalba. Desgraciadamente, la vida del templo se verá truncada 56 años después como consecuencia de los sucesos de la contienda civil (1936-1939) que conducirían a su destrucción, quedando dispersos sus despojos sobre unos terrenos abandonados y utilizados como tierra de nadie hasta la edificación de la actual iglesia.

Creación parroquia San Eduardo

Resultaba un imperativo para este barrio, de raigambre católica, volver a contar con una iglesia cercana, pues , desde el año 1939, los servicios parroquiales de la desaparecida se trasladan a su antigua filial de Nuestra Señora del Pilar, situada en la calle de las Azucenas, 34, que desde entonces asume la titularidad de Nuestra Señora de las Victorias. Ello hace que, en el lapso de esos 29 años hasta la construcción de la actual de San Eduardo, la administración de sacramentos se realice en las Victorias donde se encuentran asimismo los archivos documentales de ese periodo.

Ante este vacío, coincidente con el notable crecimiento demográfico registrado en el barrio en las siguientes décadas de postguerra debido a la presencia masiva de inmigrantes procedentes de las zonas rurales, las autoridades eclesiásticas deciden poner a disposición de la feligresía del entorno la nueva parroquia de San Eduardo, que será creada el 18 de junio de 1965 por el entonces arzobispo de Madrid-Alcalá, monseñor Casimiro Morcillo González.

En el decreto de erección, el prelado determina: «Hemos decidido dividir y dividimos el territorio de Nuestra Señora de las Victorias, de Madrid, y decretamos la erección en ese territorio de una parroquia enteramente libre de su matriz con el título de San Eduardo… También ordenamos que la nueva parroquia comience a regir el día 25 de julio de mil novecientos sesenta y cinco».

Primer ecónomo

Cábele a D. Amando Rodríguez del Palacio el honor de haber sido el primer ecónomo (hoy párroco) de San Eduardo, nombrado en 1965 por el ya citado arzobispo, y que hasta esa fecha se desempeñaba como coadjutor en la parroquia de Santa María Micaela, de Madrid.

En los 10 años de su gestión pastoral, que concluye en octubre de 1975, Don Amando debió afrontar los primeros trabajos preparatorios para la construcción del futuro templo en el mismo emplazamiento de la iglesia destruida. Pero hasta encontrar una solución adecuada, el sacerdote comienza su labor pastoral con la celebración del culto en el local que, hasta hace algún año, ocupaba la Taberna-Bar «MAY», en la calle Gral. Margallo, 5, esquina con la del Roble.

La insuficiente capacidad de ese recinto mueve al dueño de la tienda de venta de muebles de oficina, Gral. Margallo, 9, a ofrecer ese local para el culto, especialmente en los días festivos y en los que las condiciones atmosféricas resultaban adversas.

En 1967, D. Amando levanta una capilla de madera prefabricada en medio del solar del recinto antiguo. Medía 10 metros de frente por 10 de fondo y disponía de ventanas enrejadas. Aparte del espacio central dedicado al culto, contaba con un saloncito para atender a las visitas, sacristía y vivienda para un sacerdote.

Las evidentes limitaciones de la capilla provisional hacen que se aceleren los pasos en orden a la construcción de la definitiva iglesia, donde poder brindar a la feligresía un servicio acorde con las exigencias modernas.

La primera gestión que acomete el párroco es la contratación del arquitecto Don Luis Cubillo de Arteaga, quien se encarga de confeccionar los planos de la obra proyectada, que presenta el 27 de abril de 1973. El 16 de mayo de ese mismo año se obtiene la licencia provisional. El presupuesto inicial para su ejecución asciende a 11.022.819 pts. (unos 65.000 euros), cantidad que se triplicaría a la conclusión de los trabajos, debido al incesante aumento de mano de obra y de los materiales empleados.

ETAPA DECISIVA D. Ángel Simón, impulsor del nuevo templo

El 1º de octubre de 1975, D. ángel Simón Martín es nombrado párroco de San Eduardo por monseñor Morcillo en sustitución de D. Amando, que pasa a desempeñarse, primero como coadjutor y después como párroco de San Gabriel Arcángel, de Madrid, hasta el año 1991 en que se acoge a la jubilación. Falleció en Madrid el 22 de enero de 1999.

Los proyectos iniciados por D. Amando para la construcción del nuevo templo serán coronados por su sucesor, quien tendrá el honor de inaugurarlo oficialmente en 1979.

Para su realización se contaba con un diseño arquitectónico y un presupuesto inicial. Faltaba arbitrar los medios financieros necesarios para alcanzar la meta deseada, tarea que asumirá D. ángel, bajo cuyo impulso se iniciarán las obras en enero de 1978. El 27 de noviembre de 1979 la Dirección de Obras otorgaba el certificado final. La construcción de la iglesia había durado 23 meses.

Durante la realización de los trabajos, los servicios religiosos se celebraban en el garaje del subsuelo que la dueña del edificio de Gral. Margallo 15, cedió generosamente a la parroquia.

La construcción del templo tuvo como principal promotora a una empresa privada vinculada al Arzobispado de Madrid y a las aportaciones de los feligreses locales. Las colectas de los segundos domingos de mes se destinaron a la amortización de la obra hasta su finiquito.

Complejo parroquial

Conforme a la memoria descriptiva para la ejecución de la obra, ésta constaría de un garaje de 440 m2, y el complejo parroquial, de 760 m2. La superficie total abarcaría la del interior del propio templo y la de su capilla anexa.

Sin ánimo de ser exhaustivos, puede afirmarse que la construcción de la iglesia ofrece un estilo moderno funcional que aprovecha todo el espacio del primitivo templo. La fachada principal está realizada a base de ladrillo macizo cerámico a punta de diamante. Una cruz estilizada de vitrales divide la portada en cuatro campos desiguales surcados por líneas verticales u oblicuas, de ladrillo, según la colocación del observador, diseño que imprime al conjunto un ostensible aire ascensional.

La belleza de esta creación ha merecido la calificación del Colegio de Arquitectos de Madrid como una de las mejores fachadas de las iglesias de la capital.

Interior del templo

De una sola nave, construida en armazón de carreras y pilares metálicos, la planta tiene capacidad para 400 personas sentadas. Su interior brinda la sobriedad que impregna el espíritu postconciliar: espacio para el recogimiento, altar de cara al pueblo, ambón para la proclamación de la palabra y pocas imágenes: una talla de Cristo crucificado que preside el templo, otra de San Eduardo, patrono de la parroquia, y una tercera de la Virgen., todas ellas obra del escultor D. José Luis Vicent. A este mismo autor se le atribuyen también las figuras del Víacrucis. El recinto sacro recibe la iluminación de una amplia claraboya sobre el altar y un lucernario cenital, que se extiende a lo largo del lado izquierdo. Posee una estructura en falso techo bajo forjado con paneles modulados de corcho que, aparte de ofrecer un buen aislamiento, favorece una excelente acústica.

Nueva capilla del Santísimo

Desde la nave de la iglesia principal se accede a este recinto por tres puertas laterales. Presenta, asimismo, una puerta que se abre en la calle Sor ángela de la Cruz y comunica con el interior de la capilla y con el recinto central del templo.

Desde la nave de la iglesia principal se accede a este recinto por tres puertas laterales. Presenta, asimismo, una puerta que se abre en la calle Sor ángela de la Cruz y comunica con el interior de la capilla y con el recinto central del templo.

Con capacidad para unas 80 personas sentadas, su interior ha sido pensado para ofrecer un espacio propicio para la oración y el recogimiento. Cuenta con seis lucernarios, un modesto altar con una imagen de la Inmaculada, imitación de la de Alonso Cano, y un Santo Cristo, calco de las tallas del Siglo XVII, ambas del escultor Moltó. Destaca el sagrario, situado detrás del altar, obra de los orfebres de Talleres de Arte de Granada, de Madrid. Elaborado en metal plateado, ofrece un minucioso cincelado de filigranas inspiradas en arquetas alemanas de la región de Colonia, del Siglo XII, que representan la transición del bizantino al gótico. El frente se halla revestido de piedras semipreciosas esmaltadas a fuego. Mide 60 cms. de alto, 57 de ancho y 32 de fondo, y su interior está realizado en material dorado.

Actividades apostólicas

Dentro de esta dinámica, la parroquia de San Eduardo viene tratando de responder a las distintas necesidades que va descubriendo en el barrio, integrando en sus actividades apostólicas a los numerosos seglares que han encontrado en su acogida un espacio propicio para su realización personal y su crecimiento en la fe y en la conciencia de ser miembros vivos de la Iglesia.

Un Consejo pastoral, presidido por el párroco e integrado por representantes de todos los grupos de la comunidad, funciona como órgano colegiado permanente de carácter consultivo, cuya misión es promover, potenciar y dinamizar las tareas pastorales de la misma, bajo la tutela de la autoridad parroquial. Junto a este órgano, otro equipo económico asesora al párroco y lleva la contabilidad de la parroquia.

En esta labor la participación de los laicos en la vida de la comunidad asume formas y modos diversos. Algunos colaboran en la catequesis, donde destaca la contribución entregada e ilusionada de los jóvenes. El contacto de los niños y de los adolescentes en el periodo de formación catequética con los jóvenes, principalmente durante excursiones, celebraciones, convivencias, etc. constituye un factor esencial para su continuidad en la comunidad parroquial después de la celebración de los sacramentos de la primera Eucaristía y de la Confirmación.

La revitalización pastoral comunitaria impulsada por el nuevo párroco concita una mayor participación y respuesta por parte de los movimientos apostólicos de Acción Católica y Legión de María, a los que se suma la atención de enfermos a cargo de un grupo de voluntarios. Además de los equipos de catequesis, están presentes en esta dinámica parroquial los grupos de profundización en la fe, oración, liturgia, canto, animación cultural , reuniones de jóvenes y de nuevos matrimonios.

Cáritas: Ayuda a los necesitados

Las necesidades sociales han ocupado siempre un lugar prioritario en la acción pastoral de San Eduardo. Cáritas parroquial ha sido y es en la actualidad el ámbito desde el cual se canaliza la ayuda material a las familias más necesitadas del barrio. Este grupo, formado por voluntarios de la parroquia, es el encargado de distribuir a estas personas los alimentos y otras ayudas, fruto de la generosidad de los fieles.

La parroquia es asimismo sensible a los problemas comunes de la sociedad, como el paro, al que se une con una colecta anual destinada a suavizar esa situación.